
En la zarzuela del mismo nombre basada en la obra de Jacinto Benavente “La malquerida”, una historia cuyo núcleo es el amor prohibido entre un padrastro y la hija de su mujer, hay una copla que presagia lo que viene, y dice así: «El que quiera a la del Soto / tiene pena de la vida /por quererla quien la quiere / le dicen la malquerida».
Hoy, ciento diez años después, los venezolanos nos hemos convertido en los malqueridos del mundo. En ninguna parte nos quieren. Lo que ha sucedido estos últimos días con los inmigrantes expulsados -con la anuencia de México- es un “jab” frontal a nuestra crisis humanitaria, sin oportunidad de algún “clinch”, para decirlo en argot boxeístico.
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