
Tradicionalmente, la crónica social ha sido considerada como una sección “menor” dentro de las fuentes informativas de los medios de comunicación, bien sean diarios o revistas, pero esto se contradice con la altísima receptividad que siempre han tenido entre los miles de lectores, hecho comprobado en las mediciones de lectorías donde compite con las secciones más leídas como Deportes y Farándula.
La crónica social cuenta con más fieles seguidores que supuestos detractores y, como hemos comprobado en nuestra larga vida de periodista, el ser humano quiere verse reflejado en el éxito del otro, propende a ser reconocido por sus triunfos y no hay mejor vitrina que las páginas Sociales donde puede sentirse admirado y halagado por todos.

A esto se suma la falsa posición, por no decir hipocresía, de sus acérrimos enemigos que pregonan no leer la llamada “prensa rosa” ya que la consideran frívola y sin importancia, pero clandestinamente devoran sus contenidos y llegado el momento del figureo se desviven por salir reseñados -aunque sea una vez en su vida en las crónicas sociales- bien sea por algún interés profesional o comercial, por ser el padre de la “bella quinceañera” o de la “agraciada novia”.
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