
Tenemos a nuestros ojos las consecuencias directas de haber estigmatizado el “Estado burgués” y “el pacto de élites”, con su cargamento de conquistas históricas para la población, hoy todas en entredicho: la dimensión apolítica y republicana de las Fuerzas Armadas; la contraloría legislativa; la alternabilidad política, la institución de la denuncia, el periodismo libre, el servicio público, el Estado de Derecho. Este es el resultado de haber llevado la confrontación civil y la lucha de clases a los altares del Estado venezolano.
El derrumbe del ingreso petrolero y la brusca diáspora ciudadana de estos años ha traído consigo una circunstancia que todos podemos palpar, pero que ha sido más bien poco comentada: el achicamiento de la nación. La crisis que ha ocasionado el chavismo desde 2014 ha hecho que Venezuela pierda carne, calorías, hemoglobina, cuerpo vital.
Es notoria la ausencia de espectro, la poca influencia, la manifiesta falta de relieves que presenta Venezuela en el debate subregional y sus manifestaciones culturales. La precarización del debate público, el embrutecimiento fomentado por la narrativa oficialista y la imposición de la censura. El acobardamiento acomodaticio de una parte del país democrático. El aislamiento y empobrecimiento de nuestro entorno.
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