
La actual administración estadounidense ha instalado una línea de comunicación con el Palacio de Miraflores, y los resultados de estas conversaciones van dejando rastros. A través de ella, ha podido Washington dirimir el nudo de los ejecutivos estadounidenses de Citgo presos en Caracas, y ha entregado, a cambio, a los dos sobrinos de Cilia Flores acusados de narcotráfico. Este canje, y el llamado de Gustavo Petro en Colombia a Caracas para intermediar por una mesa de diálogo con el ELN, constituyen dos importantes haberes para los intereses de Nicolás Maduro concretados en muy poco tiempo.
Todo indica que el lobby de las petroleras -encabezadas por Chevron– para obtener licencias de explotación en Venezuela ha ido tomando cuerpo en virtud de las exigencias del contexto internacional, y ha contribuido a allanar el camino para entablar conversaciones donde puedan quedar fuera de la agenda algunas demandas concretas de la oposición venezolana.
De momento, Maduro es recompensado con medidas adicionales, y aunque no hay noticias de Alex Saab, también ya le han sido levantadas las sanciones a Eric Malpica Flores, exvicepresidente de Finanzas de PDVSA y exdirectivo de la Oficina Nacional del Tesoro en Venezuela.
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