
Aquel 27 de noviembre de 1992 se confirmaron todos los miedos. Después de hirvientes rumores, una nueva intentona de golpe de Estado sacudió a Venezuela, en medio de una zozobra que todavía no ha terminado. La segunda rebelión en menos de un año sembró de muerte el país. Esta vez los responsables eran oficiales de la Aviación y el miedo se propagó por una ciudad sitiada, en una mini guerra civil que afortunadamente duraría pocas horas.Estábamos en una casa en el este de la ciudad, muy cerca de Petare, cuando alguien que quedó fuera de esta historia personal me vino a buscar temprano en la mañana, a bordo de un Volkswagen escarabajo que trepidaba como un martillo de reventar calles.
Lo primero que se nos ocurrió fue agarrar un palo de escoba y amarrarle una sábana blanca para salir rumbo al Canal 8, como le decíamos a VTV por aquél entonces. La radio transmitía en vivo y directo un combate entre tropas rebeldes, milicianos civiles y policías y guardias nacionales.
La avenida Francisco de Miranda olía a pólvora, montones de basura insultaban las calles, en algunas esquinas había barricadas con cauchos en llamas. No era posible seguir, así que la periodista que me acompañaba no pudo cometer la locura de unirse a sus compañeros de trabajo en VTV, en un edificio bajo fuego cruzado.
Lee más en El Estímulo