Opinión | Nuestro sol… ¿nace en el Esequibo?, por Carolina Jaimes Branger

esequibo

“La República Bolivariana de Venezuela evaluará sus implicaciones de manera exhaustiva y adoptará todas las medidas a su disposición para la defensa de sus legítimos derechos e integridad territorial”, reza un comunicado leído por la vicepresidente Delcy Rodríguez el jueves 6 de abril después de que la Corte Internacional de Justicia, CIJ, rechazó 14 votos a 1 la objeción preliminar presentada por Venezuela. La pregunta que subyace es por qué no tomaron esas medidas antes, porque si alguien les abrió las agallas a los guyaneses para que se sintieran a sus anchas en nuestro territorio fue Hugo Chávez.

Uno de los saludos que usan los militares venezolanos es “el sol de Venezuela nace en el Esequibo”. Su origen es el título de una obra de teatro escrita por Earle Herrera y estrenada en 2021, con la coletilla “historia de un despojo”, que, sin dudas, lo es. Pero de ser un saludo no pasa, por desgracia. Más bien suena como una payasada.

Cuando yo estudiaba mi postgrado en Harvard, tomé “Community Psychology”, una de las materias más populares porque la dictaba el profesor Richard Katz, un hombre interesantísimo que había convivido con la tribu de los Kung del Desierto de Kalahari y con los aborígenes de las Islas Fiji.

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