Opinión | Se busca “enemigo extranjero” para probar “traición a la patria”, por Javier Conde

La cruzada anticorrupción obliga a hacerse preguntas: ¿Se puede perseguir a los corruptos violando las leyes?, ¿cuánto se puede creer de todo lo que el régimen ha echado para fuera en este país sin poderes independientes?, ¿por qué se oculta el monto del daño patrimonial, de lo recuperado y el paradero de Tareck El Aissami, responsable hasta hace dos semanas del negocio petrolero? Y una pregunta más: ¿Son de verdad la corrupción y los corruptos enemigos del régimen?

A las 7 de la noche del viernes 31 de marzo, en plena vorágine de la cruzada anticorrupción desatada desde el 17 de marzo, Jorge Rodríguez tuvo tiempo para bautizar su segundo poemario, que tituló Río Quemado y dedicó a la memoria de su padre asesinado.

De verbo encendido e incendiario desde lo más alto de la Asamblea Nacional (que preside), Rodríguez agradeció con palabras de poeta a los asistentes al acto celebrado en los jardines del Capitolio por ese “río de ternura” con que lo acompañaron. Allí estaba su hermana Delcy, Vicepresidenta de la República; un poco más allá, el también poeta Tarek William Saab, atareado Fiscal General en lucha sin cuartel contra conspiraciones de todo tipo y devenido en declamador de oficios jurídicos. Una muestra de la cooperación entre altos poderes públicos del Estado -aunque sea para desconectar-, de la que se ufana Saab y que asegurará -lo ha dicho él, rostro de piedra, mirada en el horizonte- el éxito contra la “más escabrosa” trama jamás enfrentada.

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