
Hace unos cuantos años, un hombre importante en el mundo de la seguridad en Venezuela, me dijo: “todo lo que se dice de Tareck El Aissami, es cierto”. La frase, amplia y ambigua, daba pie para especulaciones y, sobre todo, para creer cualquier cosa. En aquel momento mucho se decía y se especulaba sobre él: se le vinculaba con el Hezbollah, con grupos radicales extremistas del Medio Oriente, se le relacionaba también con sectores radicales dentro del chavismo, especialmente los más violentos.
Empezó así a crecer dentro de las áreas de influencia del chavismo. Por ejemplo, fue ministro del Interior con Hugo Chávez y empezó a tomar medidas particularmente arbitrarias desde ese Ministerio. Los periodistas empezamos a tener inconvenientes en el Aeropuerto de Maiquetía, por ejemplo, donde nos quitaban los pasaportes sin ton ni son. Luego, logró ascender y coronó como gobernador del estado Aragua, donde tuvo mucha influencia. En esa entidad está la cárcel de Tocorón, lugar de donde surge esa banda criminal multinacional ya conocida como el Tren de Aragua. Entre las personas que han caído, en esta suerte de redada reciente, también está el Alcalde del Municipio Santos Michelena, en el mismo estado Aragua, a quien vinculan, precisamente, con bandas criminales.
Tras varias vicisitudes, pues, Tareck El Aissami termina como Ministro del Petróleo. Pero, de repente, resulta que se descubre una corrupción descomunal; se habla de miles de millones de dólares por venta de petróleo que nunca entraron a la caja de Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA). El propio régimen exclamó la cifra de tres mil millones de dólares desaparecidos. La agencia Reuters publica otra cifra que supera los veinte mil millones. El portal Armando.info, en noviembre, publicó un documento donde se reflejaba que había más de ocho mil millones de dólares en petróleo sin pagar; y, así, distintas denuncias y nuevas cifras.
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