
Al acercarse a esta dupla es imposible no recordar el relato de Jorge Luis Borges intitulado “El tema del traidor y del héroe”, recogido en Ficciones, en 1944, libro que señaló su maestría. Resuenan en el texto Julio César apuñaleado en el senado, Shakespeare y Macbeth, Chesterton, la literatura en su esplendor, recogiendo el tema recurrente del héroe traicionado que, si no padeciese la traición en el proceso de formación de su mitología, habría que inventarla.
No se detiene Borges en Jesús en la cruz, cuya figura también forma parte del mito. Quizás no lo hace por ser demasiado evidente o por no formar parte de la literatura con la que el argentino trabaja, aunque en el prólogo de la Antología de la Literatura fantástica que preparó con Adolfo Bioy Casares, se tiene a la Biblia como una joya de la literatura fantástica. En todo caso, no esplende en el relato aludido la dicotomía Cristo-Judas, tampoco la reclamamos. Es probable que así sea porque la muerte de Cristo no fue obra directa de Judas, quien fue su intermediario, no su ejecutor. No obstante, ello no significa que la relación héroe-traidor no tenga lugar en la entrega de Cristo a los romanos por parte de uno de los suyos. Con frecuencia los ejecutantes del héroe no son sus autores intelectuales, sino los brazos efectivos de aquellos que comparten razones y voluntad de quienes han decidido su muerte.
Lee más en La Gran Aldea