
No sé cómo resumir tanto despropósito. No sé cómo organizarlo, catalogarlo, describirlo. Me facilito la tarea volviendo a mis tiempos escolares. Como buena “milenial” describiré mi asombro como si fueran diapositivas rotando en el carrete del salón de clase. O seré turista ocasional. O fisgona de novedades de venezolanos de Venezuela en Venezuela y en el mundo. Y las dejaré por aquí sencillamente como postales de la derrota. Cierro los ojos para ver mejor.
Primera postal: Sexo y poder, y 25 centímetros de gozo
La primera vez que escuché una infidencia a todo pulmón fue a Hugo. “Esta noche te doy lo tuyo”. Claro que “lo tuyo” podría haber sido muchas cosas. Pero para nosotros, los venezolanos, darte lo tuyo puede significar sobre todo una reprimenda o una buena revolcada. No sabemos a cuál de las dos se refería el fallecido; o si hablaba de ambas. Pero da igual: esa sola y breve frase era una declaración de principios: sobre ti, yo mando. El todopoderoso soy yo.
No es nada nuevo: la historia de la civilización es la historia del sexo, del poder y la sumisión. Y si no, basta echarle un vistazo a Don Foucault para entenderlo.
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