
«Zapata tiene la capacidad de decir
en una sola frase lo que a un
sociólogo le tomaría una tesis»
Laureano Márquez
Lo había conocido mucho antes en el Teatro Teresa Carreño, durante la temporada de ópera del 85 o del 86 del siglo pasado, cuando me correspondió redactar el contrato que regiría las condiciones en que el maestro diseñaría la escenografía de una de las óperas. Por cierto, la época mejor, la más espléndida y productiva del Coso de Los Caobos.
Afable y simpático, genial y ocurrente. Era Pedro León Zapata, el mismo de aquellos garabatos y dibujitos que había que leerlos con paciencia de relojero o a vuelo de pájaro, y de un tris ya sabíamos –en el mejor de los casos- lo que quería decirnos, despertar en nuestras conciencias y aleccionarnos sobre lo que ocurría o podía ocurrirnos. Zapata retrataba a Venezuela, la dibujaba, la describía.
Entonces un cineasta criticó el hecho de que José Ignacio Cabrujas cobrara en el Teresa Carreño, por fungir de director de escena de otra ópera, siendo al propio tiempo asesor del teatro (lo cual, desde luego, no era ni es ilegal ni incompatible). El ingenio de Zapata no faltó:
“Teresa Carreño era una corrupta, porque también cobraba por trabajar”.
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