
Estados Unidos ha decidido tomar posesión de la Embajada de Venezuela en Washington una vez que la oposición venezolana dejó sin efecto la existencia de la denominada presidencia interina, alternativa a la de Nicolás Maduro, que ejerció hasta el mes pasado por Juan Guaidó. Washington argumenta que al quedar liquidada la plataforma ejecutiva que desconocía la legalidad chavista desde 2019, no existe un interlocutor legítimo con el cual entablar un contacto en calidad de reconocimiento político, y que los intentos de la denominada Comisión de Protección de Activos, nombrada por la Asamblea Nacional del año 2015, por sustituir a la Presidencia Interina, no son procedentes.
La decisión de Estados Unidos, que muchas personas en Venezuela daban por descontada, ha tomado por sorpresa a ciertos sectores políticos promotores del estatus actual del postinterinato, y ha avivado el agrio intercambio de reclamos que se hacen facciones de la oposición venezolana, responsabilizándose del fracaso por forzar una transición a la democracia en el país.
En particular, han aumentado los temores de que la disolución de la Presidencia Interina precipite la pérdida de espacios políticos y los activos internacionales que la oposición venezolana ha controlado y administrado una vez que se concretara la irrupción de Juan Guaidó desde el parlamento desconociendo el Gobierno de Nicolás Maduro, con apoyo de parte de la comunidad democrática internacional. El fin del interinato, una aspiración compartida por muchos antichavistas, presenta ahora sus daños colaterales.
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