
Pasó el tiempo de la siembra. Los 90 años son el turno del reposo, de cosechar. El pensamiento se enfoca en lo que hicimos, dejamos de hacer; lo que vimos, lo que no pudimos ver; rememorar satisfacciones, lamentar episodios. Prevalece en ese brevísimo trozo de la vida el anhelo de recrearnos, vivir de nuevo. Un justo proceder, qué duda cabe.
No es ese el caso, sin embargo, de Gustavo Coronel, geólogo, nacido en Catia noventa años atrás, formado en Los Teques y residenciado en Washington desde hace algo más de una década, quien además de hacer lo que hacemos todos, se faja cada día con tareas que no parecen estar asignadas a los que, como él, han llegado a una edad en la que esas labores generalmente las toreamos para que las aborden los que vengan después.
Una de esas empresas que justo ahora completa, ha sido la de publicar el libro Una fábrica de ciudadanos, bases para la reconstrucción de Venezuela*, un aporte fundamental para que encaremos con seriedad la difícil tarea de enrumbar a nuestro país hacia el norte que perdió hace ya demasiado tiempo.
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