
Venezuela aparece en 2023 con una nueva versión opositora que a pocos parece gustar; como he manifestado por otras vías, en mi opinión no han sido suficientes las explicaciones de los cambios que han dado los actores políticos a su electorado; es decir, a nosotros los ciudadanos que hemos votado sistemáticamente por los representantes opositores durante más de veinte años. Y dicho esto, valga insistir en que no solo los políticos cambian los escenarios, también lo hace la gente del común, sabiéndolo o sin darse mucha cuenta.
Un cambio importante es que durante muchos años los opositores votamos por aquellos que nos representaban en tanto opositores sin dudarlo y sin esperar nada a cambio, confiados en que esa era nuestra única y mejor opción para no desaparecer del mapa político. Probablemente a los votantes favorables al Gobierno les ocurría lo mismo, pero el tiempo hace de las suyas y hoy las cosas no están en el mismo punto para nadie. El fervor político ha desaparecido del escenario, quizás para bien porque eso nos deja la mente más clara para pensar y decidir. Hablo por mí misma; hoy no me siento inclinada a apoyar, y menos a elegir a un representante por la sola razón de que se mercadea como político opositor, muchas otras virtudes deben tener los elegibles.
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