
La historia se repite, primero como tragedia y luego como farsa. Esta vieja cita de Marx resonó varias veces en mi mente al ver cómo miles de brasileños participaron en Brasilia, su capital, en una burda imitación del ataque al capitolio en Washington el 6 de enero del 2021. El número de víctimas y el peligroso atentado a la democracia estadounidense hacen de lo sucedido en Washington una tragedia. Lo ocurrido en Brasil el 8 de enero, días después de una transición legal, legítima y hasta entonces pacífica, el ataque a un congreso que no estaba en sesión y el saqueo al palacio presidencial donde no estaba el presidente fue una farsa.
Esto no quiere decir que no existan semejanzas entre los dos eventos. Ambas son manifestaciones concretas de una peligrosa tendencia mundial: la proliferación y agudización del populismo, la polarización y la posverdad. El uso de estas tres tácticas para conquistar o retener el poder político a través de la violencia callejera y la defenestración de las instituciones democráticas es una tendencia mundial.
Este tipo de episodio en el cual un líder envía a sus huestes armadas a intimidar las instituciones democráticas y a sus abogados a manipular las leyes que definen la democracia se ha hecho frecuente.
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