Opinión | Entender que nuestras vidas son sagradas, por Rodolfo Izaguirre

He tenido que esperar que el tiempo caminara junto a mí como si fuese mi propia sombra y transcurriera como el agua cuando asume la forma de lo que va encontrando a su paso para darme cuenta, a los noventa y tantos años, casi al final de mis tropezados pasos por el país venezolano, adorable a pesar suyo pero hundido en la hora actual bolivariana en un pantano de perverso populismo, que debo entender, aceptar y respetar no solo al país que me vio nacer sino a la vida que navega en mi sangre.

Entendí, tardíamente, que si pretendo ser alguien dado a la cultura debo mirar con despejada atención no solo a los seres humanos, amigos o enemigos, sino a la naturaleza que me rodea y me hace vivir. Entender que las raíces del árbol buscan el prodigio de una vida similar a la que buscan las raíces de los afectos que recibo, prodigo y se expresan en la aventura del conocimiento mientras el tronco del árbol de mi vida se eleva, crece y busca rozar las nubes que pasan impulsadas por vientos tan inasibles como mi espíritu.

Lee más en El Nacional

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s