
Hoy se cumplen cuarenta años de la tragedia de Tacoa. ¿Tacoa? ¡Y qué es eso! La mayor tragedia causada por un incendio no provocado que dejó, oficialmente, un saldo de 154 fallecidos, 300 desaparecidos y miles de millones de bolívares en pérdidas. Ocurrió el 19 de diciembre de 1982. Allí murieron 10 periodistas y trabajadores de la información. Un acontecimiento como este, por más que sea calificado de tragedia, tiene culpables, sin embargo, pese a todas las investigaciones posteriores, nunca fueron sancionados. Tampoco han mejorado las condiciones en que los periodistas ejercen su profesión. El recuerdo es para los que han olvidado y hoy queremos conmemorar a los que allí fallecieron con este relato tomado de las páginas del libro Morir en Tacoa (Caracas,1984) del periodista Miro Popić, uno de los pocos testimonios que se escribieron sobre esta tragedia que conmocionó a Venezuela y al mundo entero.
Morir en Tacoa
Siempre en domingo
El día en que iba a morir, Carlos Moros se levantó a las siete de la mañana, más temprano que de costumbre, y estuvo largo rato deambulando por su desordenado apartamento de Los Caobos, tratando de organizar su confundida imaginación y revisando como hacía regularmente, me había confesado, cuánto le correspondería en prestaciones sociales si renunciaba la semana próxima y poder cambiar su destartalado R-12 verde claro por una Toyota, comprarse un traje de lino blanco o, a lo mejor, concretar por fin ese viaje a París que tanto le daba vueltas y vueltas en la cabeza. Debe haber releído por enésima vez el cuento que estaba terminando y que dos días antes no le había querido adelantar a José Pulido porque “si te lo digo te vas a caer y vas a pensar cómo no se me ocurrió a mí”. Lo que soñó aquella noche nadie llegó a saberlo nunca. Sin corbata y con la chaqueta al hombro, a eso de las nueve, bajo la tibia mañana de diciembre, Carlos Moros, Carlitos, salió a la calle rumbo a “El Universal” a cumplir la que sería su última guardia de reportero. Era domingo.
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