
Un periodista debe bajar al barro cada día y mancharse; pero no demasiado y no sin saber que ha de contar con una ducha con la que presentarse luego digno, porque es un servidor público, que con su trabajo debe hacerse respetar para que su palabra lo sea.
Sin embargo la prensa hoy aparece entre manchada y dañada. Enumeraré algunos peligros que padece en el nuevo siglo XXI, empezando por el peor después de la violencia: El descrédito.
El que hemos llamado con orgullo en Occidente “Cuarto poder” ha bajado de nivel, ético hacia dentro y moral hacia fuera, de forma que el periodista se siente menos y el poder lo siente menos y de resultas el público lo cree menos.
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