
Vemos nuevas marcas de ron, cocuy y vodka, un sinfín de cervezas importadas, mezclas de todos los colores y hasta whisky de ediciones especiales. No es porque el confinamiento fue la oportunidad para que el mercado licorero nacional se reinventara y tampoco porque ya es Navidad en octubre. El sector no se arregló: en Venezuela, siete de cada diez litros puros de licor que se consumen anualmente por persona son ilegales.
Esto es así desde hace unos cuantos años.
En noviembre de 2014, tras la publicación de la Gaceta 6.151, el Impuesto sobre Alcohol y Especies Alcohólicas (Isaea) para los fabricantes e importadoras se mantuvo en un 15 % para cervezas, pero el 15 % para vinos pasó al 35 %, mientras que el de los destilados aumentó del 20 % a 50 %. Apenas seis meses después, en mayo de 2015, la Gaceta 40.656 estableció que el fabricante y el importador serían el agente de percepción del IVA de toda la cadena comercial de bebidas alcohólicas, es decir, fabricantes e importadores asumirían su propio IVA, más el IVA de los distribuidores, más el IVA de los expendedores mayoristas y minoristas, sin olvidar el nuevo Isaea de 2014 y, desde luego, las alícuotas municipales.
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