Opinión | Diógenes Escalante cumple años, por Francisco Suniaga

El problema de Venezuela es que quienes nacieron para ser presidentes se volvieron locos y quienes nacieron para ser locos, se volvieron presidentes
Gumersindo Rodríguez

Hace unos años cuando me disponía a escribir “algo” sobre Diógenes Escalante -ni siquiera tenía claro si sería una biografía o una novela-, la primera persona con quien me senté a conversar fue con Simón Alberto Consalvi. Aparte de ser siempre un placer, había razones especiales para hablar con él: Su conocimiento de la historia del país, y de esa época en particular, su experiencia como editor y esa fina agudeza que tenía para los temas relacionados con la política criolla y sus actores. Fue una conversación larga y grata en su casa nueva en El Hatillo; se había mudado de su apartamento en Los Palos Grandes porque entre libros y obras de arte ya no tenía espacio para vivir, me explicó.

Entre las muchas cosas que me dijo aquella tarde, recuerdo con nitidez, en palabras más o menos, o distintas, este consejo: “No maltrate a Diógenes Escalante. Fue un gran diplomático y un gran venezolano. Que haya perdido la razón en un momento tan culminante de nuestra historia no justifica hacer de él un chiste o una ironía cruel. No se sume al populacho que lo ha  escarnecido, no lo merecía”. Nunca fue mi intención, pero en un relato de trescientas páginas, el autor, que en fin de cuentas no es sino un testigo que a veces deviene en actor, puede llegar a tornarse “subjetivo” con los personajes. Esas palabras de Consalvi quizás sirvieron para cuidarme de hacerlo.

La insania de Diógenes Escalante fue para muchos venezolanos un episodio que torció el rumbo del destino porque con ella murió un proyecto consensuado de transición democrática. La democracia betancourtiana que lo sustituyó, sostienen también, fue una improvisación antinatural generadora de grandes distorsiones, incluso aquellas que permitieron el acceso de Hugo Chávez al poder, medio siglo después. Una transición consensuada, como la que habría encabezado Escalante, hubiese tenido un recorrido menos traumático y, aunque en un tiempo más largo, se habrían alcanzado los verdaderos objetivos democráticos que los venezolanos aspiraban.

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