
Vivimos en un mundo falso, dijo Ionesco. Nuestro lenguaje nos separa de la verdad cuando se convierte en una fórmula. Basta con nombrar una cosa para que ya esté muerta. De allí que Ionesco se sirviese de sus sueños, particularmente los que se situaban al borde del lenguaje, justo donde los pensamientos no están preformulados y permanecen todavía auténticos. Se vio obligado a tantear en la oscuridad. ¡Eso es la literatura!, dijo. “Es una noche que tratamos de iluminar”.
¿No es eso lo que hace el músico, el poeta, lo que hacemos todos? ¿Tantear en la oscuridad? El arte es también exploración, un descubrimiento que nos abruma, dijo Ionesco. ¡Hay que derribar los muros para encontrar la fuente original que nos permita expresarnos.
¡Eternamente, buscamos! El escritor atrapa una palabra al vuelo; el pintor, un color, un volumen; el músico, un sonido; los estudiantes venezolanos en estos aciagos días además de un nuevo horizonte buscan nuevos espacios políticos, y al hacerlo, la noche comienza a iluminarse para todos.
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