
En entrega anterior, yo mismo me mostré en favor de elecciones primarias de la oposición y posteriores presidenciales en 2024. Entonces no desperdicié la ocasión y me referí a los excesos chavistas, esos que transitan con un margen de impunidad muy grande, y eso ha quedado demostrado en distintas oportunidades. Nadie puede garantizar que no siga ocurriendo, pero la peor gestión es esa, la que no se hace. Quiero decir, no debemos ceder ni desmayar en el empleo en las herramientas que aún nos ofrece el ya maltratado Estado de Derecho.
Jesús Peñalver
Desde luego que el consenso es otra posibilidad válida para designar la candidatura de aquel que aglutine la mayor preferencia en el electorado venezolano, es decir, de la oposición democrática venezolana. En esto resultan importantes, ineludibles e impostergables los esfuerzos de la Plataforma Unitaria, instancia política que los reúne.
Más allá de los resultados obtenidos en Colombia o en Chile, lo importante es resaltar que en ambas naciones hubo procesos electorales, respetados por las mayorías. Elecciones presidenciales en la vecina nación y plebiscito constitucional en Chile. De allí, y de otros ejemplos ocurridos en el mundo, la necesidad de que en Venezuela haya elecciones conforme con los estándares internacionales: participación igualitaria, transparencia en el registro electoral, observaciones o vigilancia electoral (no turistas que vengan a avalar trampas y chanchullos), aprovechamiento, en el mejor sentido, de los medios de comunicación del Estado y no la protesta y permanente utilización de los mismos por el chavismo, en franca demostración de escandaloso ventajismo.
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