
Nunca hubiera querido tener que escribir este texto. No porque cada detalle que diga será para honrar una vida, sino porque es una ocasión para despedir al amigo y al valioso músico y compositor que fue Aquiles Báez. Siempre le decía que yo era su fan #1, e incluso me llegó a dedicar un disco que decía así: Para Inger, mi fan #1. Un beso.
Lo admiraba desde nuestra época de estudiantes en la Universidad Central de Venezuela, él en Artes y yo en Comunicación Social, donde compartía aulas con su hermano Gustavo. Aquiles llegaba con su guitarra y se sentaba en los banquitos a conversar con muchos de nosotros, de allí que entre esas generaciones de periodistas sean muchos los que nos sentimos compenetrados con él y su música.
Aunque lucía siempre serio, un día me invitó a que improvisáramos juntos alguna canción, porque yo tenía mi guitarra para los ensayos de la Estudiantina Universitaria. No me atreví, porque desde ya, Aquiles era un virtuoso y con mucha vergüenza le dije que prefería que él tocara y yo cantara algo, y así lo hicimos.
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