
Por: Víctor Suárez
Sergei era agente del KGB con disfraz de periodista. Entre finales de julio y principios de agosto de 1985, en Moscú, me fue asignado como guía y traductor. Fuimos al diario Izvestia y al de la Unión de Juventudes Comunistas (Komsomólskaya Pravda) y a las agencias Tass y Nóvosti. Me enseñó las cuatro esquinas de la Plaza Roja y entramos a los grandes almacenes GUM. Varias veces hicimos la larga cola que desde el alba se formaba para adquirir vodka racionada a dos botellas diarias. La bebía con sal, como si fuera tequila.
La apertura del XII Festival Mundial de la Juventud, en el Estadio Lenin, ante 100 mil personas (26 mil extranjeros), fue el escenario de la primera aparición en una concentración masiva de Mijaíl Gorbachov, quien había sido elevado a la dirección del Partido Comunista de la Unión Soviética escasos cuatro meses antes.
-Vamos a ver al líder nuevo, me dice Sergei camino al Estadio.
Nos acomodamos en las gradas bajas. Me prestó unos binoculares muy pequeños, de esos que utilizan las señoronas en los palcos del teatro o de la ópera.
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