
El escritor H. G. Wells ideó un libro que es tomado como un precursor de la ciencia ficción: La máquina del tiempo. ¿Viajar al futuro? Sí, bajo lo que Jorge Luis Borges llamó la “patética” hipótesis de la cuarta dimensión. El personaje de la obra de Wells se embarca en un dispositivo que le permite saltar al año 802.701. Lo que ve es aterrador. La humanidad ha quedado compactada en dos grupos: los Eloi y los Morlocks. Los primeros son seres perezosos que se alimentan de frutas y viven en jardines edénicos. Los segundos habitan en el subsuelo y han quedado ciegos. En las noches sin luna, los Morlocks emergen de sus catacumbas y se comen a los Eloi. El futuro puede tener muchas caras. Muchos rostros.
En esta Edición Aniversario de La Gran Aldea también nos vamos a montar en la máquina del tiempo. Pero no al estilo fantástico del inigualable H. G. Wells. Lo que pretendemos es hacer un ejercicio terrenal de cómo será nuestro futuro (o cómo podría o debería ser) tomando en consideración que el próximo año tanto el chavismo como la oposición escogerán sus abanderados para las venideras elecciones presidenciales. De 2024 al 2030 se abrirá un nuevo ciclo para Venezuela. El futuro es ya. Está a la vuelta de la esquina. No se trata de adivinarlo: se trata de planificarlo. De hacer el inventario de lo que tenemos y de lo que nos falta. ¿Qué perspectivas se asoman? Lo primero que hay que decir es que, para que los Morlocks no nos devoren, han de introducirse cambios en el tablero político-institucional. Esa es una condición sine qua non para que el país retome la senda democrática.
Un factor clave es el que corresponde a las condiciones electorales. Elecciones pulcras.
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