Opinión | El periodismo no es propaganda, por Sebastián de la Nuez

Por Sebastián de la Nuez

Claro que eso de los riesgos no es nada nuevo, ya todo el mundo conoce aquella frase popular citada por Juan Luis Cebrián: «No le digas a mi madre que soy periodista; prefiero que siga creyendo que toco el piano en un burdel».

Intervinieron en el Foro «Libertad de expresión en Venezuela: estado de la situación y líneas de acción» una consejera y un relator del derecho a la libertad de expresión en dos organismos clave: Judith Arenas, de Naciones Unidas, y Pedro Vaca por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Igualmente estaban los periodistas Roberto Deniz y Carolina González. Moderaba Marysabel Rodríguez, de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), institución que impulsó este encuentro junto con la ONG Espacio Público y la Embajada de Francia en Venezuela.

Vale la pena volver sobre el papel del periodismo en tiempos de desasosiego, palabra que al final del Foro utilizó el activista Carlos Correa, quien intervino brevemente. Es posible que haya querido recuperar el ánimo de la audiencia, ya que dos exposiciones y varios  comentarios dibujaron el crudo sufrimiento de un oficio y de unos medios que se molestan al poder simplemente porque piensan con cabeza propia. Carolina González relató el vía crucis de El Carabobeño hasta caer de bruces tras 89 años de historia, y el día en que el propietario del periódico le dijo que prefería verlo lleno de telarañas antes que en manos indebidas. Si eso mismo se lo hubiesen planteado los antiguos dueños de Globovisión, Últimas Noticias o El Universal, tal vez la historia reciente de Venezuela hubiese sido distinta.

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