
Caracas.- Lo último que vio el jefe de la organización terrorista Ayman Al-Zawahiri fue dos drones que llegaron silenciosamente a su balcón y en segundos lo descabezaron, literalmente. Sin ruido de bombas, sin víctimas colaterales, el misil Hellfire R9X finalizó con la larga búsqueda y rigurosa vigilancia que llevó dos años y culminó con la muerte del cerebro de los atentados contra las Torres Gemelas, el tercer gran éxito de la CIA utilizando este mismo método.
Ya tenían vigilado desde que comenzó a construirse el edificio de tres pisos ubicado en Sherpur, Afganistan, donde Al-Zawahiri se sentía protegido por los altos funcionarios y comandantes talibanes que vivían en casas y edificios cercanos. Una zona privilegiada ocupada por los poderosos de ese país. Y también sabían que el hombre tenía el hábito de asomarse al balcón varias veces al día «donde finalmente fue golpeado», según lo definió un funcionario estadounidense. Sin explosiones, sin que ningún miembro de la familia que vive allí resultara herido: de hecho, las fotos oficiales muestran las ventanas de un piso voladas, pero el resto del edificio sigue intacto.
Un funcionario de la administración reveló el lunes que Estados Unidos investigó la construcción de la casa en la que se alojaba al-Zawahiri para asegurarse de que la operación pudiera realizarse sin amenazar la integridad estructural del edificio y también minimizar los riesgos de matar a civiles, incluidos los miembros de su familia que se encontraban en otras partes de la casa.
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