
Son muchas las cosas buenas que se pueden decir de Rosanna Di Turi, pero lo primero que pienso son dos, que están enlazadas entre sí: todo el mundo la quería y era de las personas más buenas que he conocido. Pero, además, era una profesional intachable, una pionera del periodismo gastronómico en Venezuela, que siempre apostó y mostró lo bueno que se hace en el país.
Rosanna escribió sobre ron venezolano cuando todos tomaban whisky, se metió en la cocina y en los afectos de don Armando Scannone cuando aún muchos no conocían la cara detrás del libro rojo, visitó plantaciones de cacao mucho antes de enorgullecernos todos de él, rescató recetas olvidadas que ahora comemos con frecuencia, hizo del periodismo una fuente y una tribuna para los venezolanos dedicados a la gastronomía.
A Rosanna, la gastronomía venezolana le debe mucho ser tan conocida como lo es ahora.
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