
Hay noticias que nos amenazan y que luchamos para que no lleguen, aunque sabemos que como el tigre que se esconde en la maleza, en algún momento saltará y nos herirá profundamente. Así sucedió con esta despedida de Rosanna Di Turi, una periodista que deja una huella profunda del buen hacer de la profesión.
Discreta, educada y simpática, realizó su trabajo comunicacional más allá de lo noticioso. La desaparecida revista Todo en Domingo es testimonio de ello. Abanderada de la fuente gastronómica, hizo de la sección gastronómica una ventana para la venezolanidad y una fuente poderosa que se engranó en el acontecer económico de Venezuela. Rosanna se alejó del ego particular para dar a conocer a tantos trabajadores, emprendedores y empresarios que han hecho del comer y el beber un camino para descubrir Venezuela.
Encontrarse con Rossana en un evento era verla rodeada de personas agradecidas a esa nota escrita con pulcritud que mostraba el oficio de cada uno. Allí radicaba su virtud, en mostrar la tenacidad de tantos.
Su libro sobre el Ron de Venezuela logró ir más allá de las marcas para convertirse en texto obligado para quienes quisieran saber por qué este destilado nacional es el mejor del mundo. El día de la presentación estaban todos los representantes de las casas roneras en un acto que celebraba un producto que es marca país y todo, gracias al empeño de Rosanna Di Turi de romper barreras, algo que logró casi en silencio, sin estridencias, pero con argumentos sólidos. Rosanna también aupó a quienes hasta hace algunos años trabajaban silenciosamente en las destilerías y le puso rostro y nombre. Ellos hoy la lloran.
Los cacaoteros venezolanos también están de luto e igualmente la lloran los maestros chocolateros que encontraron en ella el principal estímulo para sus creaciones. Sin lugar a dudas, Rosanna está en el círculo de responsables de este resurgir del cacao venezolano. Ella aupó desde el más humilde del sector hasta las empresas con renombre nacional e internacional. Sus artículos llegaron a todos los lectores despertando la pasión por nuestro cacao. Allí nos queda la torta Rosanna, confeccionada en su honor en un mes de diciembre por el maestro chocolatero Miguel Rodríguez, de Herencia Divina.
Emprendedora, valiente e ingeniosa, hizo de las redes sociales un aliado perfecto para ese trabajo de promoción del país y su gente trabajadora. Cuando sentimos su silencio en esos espacios hubo tristeza, pero no perdimos la esperanza porque conocíamos de su valor y constancia.
Compañera de viaje inigualable porque allí dejaba conocer ese otro aspecto, el de amiga.
El periodismo venezolano pierde a una gran profesional, quienes compartimos con ella nos deja un vacío en los afectos. Se va joven con iniciativas por concretar. En el campo editorial queda su ejemplo y su honestidad, así como unos cuantos proyectos inconclusos.
Armando Scannone no se equivocó al incluirla entre sus pupilos. Rossana le retribuyó esa amistad con el libro El legado de don Armando, donde nos destaca el valor de la investigación, reivindica la cocina como un factor de la identidad nacional y subraya la excelencia de este personaje.
Imposible olvidar su trabajo en Venezuela Gastronómica, siendo ella una de las fundadoras. Una labor que la llevó a viajar por todo el país, convirtiéndose en un verdadero legado para los interesados en el tema.
Me parece verla grabando con entusiasmo un video para las redes cuando pocos lo hacían. Quedan sus palabras anunciando los ganadores de los premios de la Academia Venezolana de Gastronomía, donde no faltaba la emoción y la rigurosidad del conocimiento. Allí está su naturalidad y su generosidad. Sentimos su profesionalismo a la hora de emitir un juicio y su discreción en cada participación.
Rosanna Di Turi, la cómplice de tantos triunfos de otros, nos deja ese sabor perdurable, intenso y único del que tanto habló cuando describía un chocolate. Su puesto siempre estará en la mesa de quienes compartimos con ella.