
Caracas.- Si el telescopio espacial James Webb nos acaba de mostrar imágenes de hace 13,700 millones de años luz, si nos ha permitido ver la «infancia del Universo» y llegar hasta el mismísimo Bing Bang, ¿No podría la NASA inventar otro aparato que nos permita detenernos en la década de los 90,s (1.992 o 1.998, por nombrar solo dos años claves en la historia de este lado del planeta), para revertir nuestro futuro?
Lo digo porque quizás así no ha habríamos tenido que ver, por ejemplo, a la Gerente Regional del INCES, Mayi Cumare -que se define en su cuenta de Twitter como «Revolucionaria, profundamente patriota, feminista, ecologista, humanista. Gerente Regional INCES Aragua. Hija de Yemaya»-, hablando sandeces antes de que se supiera su papel en el secuestro y asesinato de su esposo Carlos Lanz para ser detenida luego por 15 funcionarios policiales armados hasta los dientes, y declarar esta vez sobre su rol en la desaparición de su marido, otro revolucionario de estirpe a quien nunca se le ocurrió que los multimillonarios bienes que exhibía su mujer pudieron haber sido producto de la corrupción, esa que ha pasado a ser la Estrella numero 9 de la bandera nacional.
Y es que no parece justo que mientras la humanidad civilizada observa atónita el Quinteto de Stephan, ese grupo compacto de cinco galaxias unidas entre sí que se encuentran a 290 millones de años luz o la Nebulosa del Anillo Sur, hogar de una estrella moribunda que está expulsando gas a 2.000 años luz de la Tierra, en Venezuela la conversación fundamental sea la vida sexual de la señora Cumare, la caterva de socialistas que la acompañó en la tarea de secuestrar y desaparecer los restos de Lanz y – menos sorprendente a estas alturas del partido- de dónde sacó ella los 8 mil dólares cash que pagó por el encargo, más el dinero para comprar decenas de bienes que poseía sin que a nadie se le ocurriera averiguarlo porque se trataba de la mujer de Carlos Lanz, un intocable que de secuestrador pasó a secuestrado, vaya ironía.
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