Izq: Warren Spahn. Der: Juan Marichal
Siempre he creído en los duendes del béisbol.
Son invisibles, como son todos los duendes, pero perceptibles en la magia que desparraman entre las rayas de cal, dónde ocurre casi cualquier cosa… o está por ocurrir.
Siempre andan por ahí, convocados por una línea que parece inatrapable, por batazo que lleva ojos, un hit de Miguel Cabrera. Los duendes se antojan de tipos así, los envidian un poco, se sienten como unos Cyranos, mientras los hombres de verdad ejecutan la magia.
¿Será así? – Que no venga nadie a aclararlo, por favor, tengo evidencias de mi teoría.
Son muchas, millones, desde cuando no había registros y se jugaba en praderas informales. Lo saben quienes juegan caimaneras de sábado en la mañana, los duendes del béisbol se aparecen en cualquier lugar… y es así como una curva se convierte en línea de vuelta al jardín central.
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