Opinión | El “patria-o-muertismo”, por Carolina Jaimes Branger

 

Hugo Chávez entendió muy bien la mentalidad acomodaticia, facilona y de dudosa moral de tantos venezolanos y con la discrecionalidad en el manejo de los dineros públicos corrompió a muchos como instrumento de dominación. Una receta vieja, pero efectiva. Pero se le fue la mano. Ahora la corrupción está en todas partes. Desde el ministro hasta el bachaquero, desde el empresario hasta el cajero del supermercado.

Los corruptos no son solo ladrones, también son asesinos. Las muertes de quienes han fallecido por falta de medicamentos, de material quirúrgico -y otros tantos bienes de primera necesidad,-tienen las rúbricas de quienes sin pudor alguno se robaron los fondos destinados para resolver esas situaciones. Además de corruptos, ¡asesinos!

¿Qué clase de sociedad somos? Aquí no habrá un cambio real hasta tanto –no me cansaré de decirlo– el dinero deje de ser el vehículo de ascenso social. Cambiaremos de gobierno y seguiremos en las mismas. Porque quien cambia la realidad es el ser humano, no las instituciones. ¿Qué más tendrá que pasar para que cambiemos?

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