
El caso de la enfermera tesorera Claudia Díaz ejemplifica lo que es el chavismo. Al igual que lo hace quien la antecedió en el cargo, el capitán Alejandro Andrade. Son un retrato de cómo el difunto “eterno” entendía que había que manejar la administración del Estado venezolano.
Lo importante, lo único importante, era la lealtad para con el prócer de Sabaneta. Lo demás era accesorio. Que la persona estuviera preparada para el cargo que iba a desempeñar no era lo importante. Uno podía ser capitán del Ejército o enfermera y, por la gracia del líder supremo, convertirse en tesorero o tesorera, así lo único que hubiera administrado en su vida fueron sus cuentas personales y no supiera resolver una regla de tres.
Hace años nos contaron la anécdota de un general a quien el difunto “eterno” nombró presidente de una empresa procesadora de aluminio. Este general tuvo la honradez de decirle al prócer de Sabaneta que no tenía ni idea del negocio del aluminio y que no era el indicado para el cargo. La respuesta del líder del golpe de Estado del 4F fue que si estaba al mando de una división de 1200 hombres, podía manejar una empresa que tenía 300 trabajadores. ¿Qué tal?
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