
Por Elizabeth Fuentes en El Cooperante
Caracas.- El asunto no es la carta sino lo que evidencia: la absoluta soledad que ha dejado a su paso el liderazgo opositor y sus micro guerras intestinas, batallas contra sí mismos que ha desgastado lo poco que les quedaba de ejército. Y – como siempre se puede estar peor-, en el constante tiroteo de todos contra todos, ninguno se percató de que habían dejado abandonado el trono, hoy tan inútil y desvencijado que ya ni siquiera engaña como símbolo de poder.
Que si bien el «autosuicidio» de los adversarios de Nicolás Maduro ha sido una tarea lenta y, en algunos casos, aliñada por una pequeña ayuda de Miraflores y sus Alex Saab ( siempre tan conveniente a la hora de ponerle precio a las posturas y candidaturas de muchos), la invitación apresurada de Maduro a los integrantes del Foro Cívico y la carta posterior de un grupo de espontáneos dirigida nada menos que al presidente Joe Biden, terminaron de desnudar este sálvese-quien -pueda en que se ha transformado el quehacer político local, hoy atomizado de acuerdo a las ganas y las buenas (o malas), intenciones de cada cual. Un cada cual variopinto donde ha sobrado de todo menos la capacidad de un verdadero liderazgo que logre galvanizar el hartazgo, el descontento, las carencias, la represión y los abusos que el país ha padecido y acumulado por más de 20 años.
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