
Aglaia Berlutti
En varias de las escenas del documental “Free Color”, de Alberto Arvelo, la obra del maestro Cruz Diez parece llenar el mundo. Y no solamente en un sentido simbólico. El artista venezolano que hasta los últimos meses de su vida trabajó en la ejecución de su obra más ambiciosa, mira a la cámara y deja claro que su interés por el color no es en absoluto circunstancial. Tampoco está relacionado con la mera idea artística. Se trata de algo mucho más vivencial, profundo y emocional. “El color está en todas partes y lo quiero liberar” explica el maestro, con una convicción tenaz.
Buena parte del largometraje de Arvelo es una exploración alrededor de la vida de Carlos Cruz Diez y su trayectoria. Pero a la vez, redimensiona su figura como venezolano universal y como un artista prolífico de reconocimiento mundial. El Cruz Diez de Arvelo (rodeado por su familia, trabajo, lugares favoritos), es una figura amable, pero también es un hombre con un propósito. Arvelo logró crear una historia que evade los lugares comunes de la resonante fama que le rodeó a través de las décadas. El argumento se interesa mucho más por el hombre detrás de la revolución del concepto del color.
“Free Color” es un homenaje sentido a un venezolano ilustre que, además, profundizó en la capacidad del arte para humanizar y reconstruir espacios. Todo, mientras se sostenía en la firme convicción de la innovación.
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