
En 2021, una organización extranjera de vieja presencia en las comunidades aborígenes de Amazonas y Bolívar entregó al capitán yanomami Sabino Silva un enrutador o router que abriría a toda la comunidad las puertas de la comunicación por internet.
En esos días, Silva llegó a un acuerdo con los militares acantonados en el puesto de Parima B, una localidad amazonense a 440 kilómetros al sureste de la capital Puerto Ayacucho: el dispositivo permanecería en la instalación, con la condición de que los civiles pudieran utilizar la señal a la que tenían acceso los efectivos castrenses.
Una mano lava la otra, dice el refrán. En este caso, la sabiduría popular parecía estar en lo correcto.
Hasta que llegó el domingo 20 de marzo.
Según la explicación del abogado Magno Barros, ese día los militares impidieron a los indígenas el acceso al puesto. Al no poder acercarse al local donde estaba el router, quedarían incomunicados.
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