
Por Víctor Amaya|@victoramaya en TalCual
Murió Taylor Hawkins, baterista de la banda Foo Fighters, el grupo que heredó la bandera del rock a escala global, luego de una carrera sólida llena de canciones emblemáticas, conciertos memorables y carisma inigualable. Bogotá lo vio partir en plena gira latinoamericana y antes de poder promocionar con fuerza el primer EP de su nuevo «súpergrupo» apenas publicado semanas antes
Apenas días antes había correteado la tarima del Lollapalooza en Buenos Aires, convocando a los miles de asistentes al estadio San Isidro a acompañarlo cuando tomó el micrófono para cantar un éxito de Queen, «Somebody to love», una de sus bandas favoritas. Desde hace varios años incorporaba en el set de los Foo Fighters en concierto alguna pieza del cuarteto británico liderado por Freddie Mercury, de quien era un confeso admirador. Esa parte del set mostraba las habilidades como frontman de Taylor Hawkins, y permitía a los fanáticos de los Foo aplaudir a un Dave Grohl de nuevo en la batería, como en los tiempos de Nirvana.
Aquel show en la capital argentina estuvo marcado por la introducción de los músicos a mitad de presentación. Cuando apenas se superaba una hora de hacer música, Grohl mencionaba a sus compañeros. No le hizo falta dar el nombre de quien permanecía sentado tras los tambores cuando el público coreó su nombre cual partido de fútbol.
Con Dave Grohl
Durante casi tres décadas Taylor Hawkins se construyó una carrera emblemática hasta convertirse en icono del rock que nunca muere, del ruidoso género que explota en los estadios y es guiado por
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