Historias que laten | Rusia y Ucrania conviven en Catia, por Jonathan Gutiérrez

Por Jonathan Gutiérrez | Mar 11, 2022 

Fotos: Ana Cristina Febres-Cordero

Pocos conocen que los rusos y ucranianos de Altavista tienen cerca de 80 años de presencia en el corazón de Catia, una migración eslava que ha dejado huella en Caracas. Sus tres iglesias ortodoxas, desconocidas para muchos, son un símbolo del cristianismo de oriente en la ciudad. Los testimonios de Nicolás, Elizabeth e Igor son una declaración del arraigo y sentido de pertenencia de estos catienses que resguardan con orgullo el legado de sus familias y de su cultura.

La invasión de Rusia a Ucrania causa un presente atroz, sin precedentes, por la rapidez en la que avanza el conflicto. Es un episodio bélico que produce un futuro incierto a escala global. Esta tempestad sacude los recuerdos de los rusos y ucranianos de Altavista pues no olvidan las cicatrices que la guerra dejó en sus familias y sus vidas, y fue la causa que los trajo a Venezuela. Esta crónica de Jonathan Gutiérrez documenta la memoria urbana de este reducto ruso-ucraniano que anhela la paz y el sincretismo de una comunidad que se mantiene unida a través de la fe.

I
Nicolás: Iglesia Ortodoxa Rusa de la calle El Club

—Verga güevón, Putin está bombardeando a Ucrania —grita desde la calle un cliente que espera turno para su corte de cabello, recostado sobre un carro Toyota rojo, a las afueras de la barbería de la calle El Club de Altavista en Catia.

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