
Por Francisco Olivares en Coolt
Cuando tenía seis años, a Rayma Suprani (Caracas, 1969) le dio por pintar en cualquier parte de la casa. El lugar favorito eran las paredes. Ante la invasión creativa, su mamá optó por asignarle una pared para que plasmara allí esa intensa ansiedad de expresarse. Nunca pudo soltar esa afición. “Lo único que me apasiona en la vida es poder dibujarla”, ha llegado a decir.
Rayma es una de las caricaturistas más destacadas de Venezuela. Miembro de la asociación Cartooning for Peace, ha sido merecedora del Premio de la Sociedad Interamericana de Prensa (2005) y del Pedro León Zapata como Mejor Dibujante de Venezuela (2000 y 2009). Durante 19 años publicó una caricatura diaria en uno de los principales periódicos de Venezuela, El Universal, hasta que tuvo que abandonar el país en 2014, como tantos millones de venezolanos, cuando su trabajo se hizo incómodo para el medio en el que estaba y para los jefes de la revolución. Ahora reside en Miami, Estados Unidos, desde donde sigue plasmando en sus dibujos, con su peculiar forma de ver la vida, las vicisitudes del inmigrante y de los venezolanos; pero también incomodando a políticos y ególatras que están esparcidos en este mundo global.
Como ella explicó en su charla TED en diciembre de 2019: “Un dibujo puede ser la síntesis del universo, de un país, de una sociedad o de la manera de pensar de un individuo. Dibujar una caricatura para mí es una forma de resistencia. La caricatura es una piedra roseta que si la lanzamos al espacio nos dará dentro de algunos años la certeza de que en este planeta sí existió el pensamiento libre y el mundo civilizado. Es por eso que la pared que me regaló mi madre es infinita y aún la sigo dibujando”.
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