
Por Elizabeth Fuentes en El Cooperante
Caracas.- “Las bases chavistas también rechazan el abuso de poder, la corrupción y el pésimo estado de los servicios públicos” explica el politólogo y profesor del IESA Michael Pendfold en relación al caso de las elecciones en Barinas. Experto en políticas públicas y planificación estratégica, autor de varios libros y columnista en medios nacionales e internacionales, su gruesa hoja de vida le permite analizar la complicada situación del país sin recurrir a los estereotipos usuales ni desestimar a ninguna de las partes.
Usted ha dicho que en Venezuela no hay constitución. Que “darse golpes de pecho por la aplicación de algo que no existe resulta un tanto ridículo”. ¿Eso aplica para quienes apoyaron el Revocatorio? ¿Cuáles ventajas y desventajas le atribuye?
-Lamentablemente el orden constitucional, más allá de la discusión jurídica, desde el punto de vista democrático está absolutamente roto desde que se inició el colapso de la división de poderes en el 2017 y la crisis electoral del 2018. Una crisis que se terminó de profundizar con el final del periodo constitucional de la Asamblea Nacional en el 2020. Mi interpretación es por lo tanto política más que jurídica y está anclado en la teoría democrática más elemental. Antes de enero de 2021, la Asamblea Nacional era el único poder público restante con un origen claramente democrático y con la legitimidad de origen para abrogarse la representatividad y restaurar la Constitución a partir de una iniciativa normativa de interpretación constitucional que se denominó el Estatuto para la Transición; pero a partir de esa fecha, una vez que venció su período, entramos en el vacío institucional más absoluto. Dos presidentes, dos tribunales y dos asambleas y todos sin el origen democrático necesario como para abrograrse la representatividad suficiente para decir que monopolizan la interpretación política de lo que deben hacer los venezolanos para restaurar la constitución.
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