
Por Hugo Prieto en Prodavinci
Quien habló por primera vez de la pax bodegónica fue Guillermo Tell Aveledo*. Percibió el leve murmullo de las fuerzas del mercado, que se activaron una vez que se crearon los incentivos para ello. No es precisamente por diseño de políticas públicas, sino por mera necesidad de supervivencia que el gobierno del señor Maduro desmontó los controles (de cambio y de precios, por ejemplo) y cesó, en buena medida, el intervencionismo del Estado en la actividad económica. La pax bodegónica viajó a velocidad hipersónica por Twitter y, como se verá en las líneas que siguen abajo, no fue por obra de la casualidad. La jugada del chavismo tiene implicaciones políticas imprevisibles. Haríamos bien en no confundirla con la acción benéfica que puede deparar un trozo de queso camembert.
Dar con la clave de un momento, como una canción que se pega en la radio, no es muy corriente. Pero usted lo ha logrado en dos ocasiones, la más reciente con la “pax bodegónica”. Ha creado usted una etiqueta, de uso corriente, para designar la circunstancia que estamos viviendo.
No tenía esa expectativa, ni lo escribí para crear un slogan al estilo “sembrar el petróleo” o “Venezuela saudita”. Nada de eso. Si ha pegado, quizás, es porque refleja lo que la gente está sintiendo. En 2006 escribí la pax cadívica. El 5 y 6, esa sensación de bonanza que le sirvió al chavismo para enmascarar la crisis política previa (desde el golpe de Estado de abril de 2002 hasta el paro empresarial y petrolero, pasando por el malestar social). Yo siento que estamos en una situación similar. Para mí esa terminología encierra una dosis de sarcasmo. Lo escribí por Twitter en 2019, cuando no conocíamos los bodegones, aunque mis estudiantes, los vecinos del edificio, hablaban de las tiendas que importaban productos en medio de una gran escasez. Era un ambiente distinto raro si lo comparamos con lo que era el comercio tradicional, formal. ¿Por qué sarcástico? Porque esconde cierta amargura. El Gobierno se regodea porque ha impuesto un efecto apaciguador. La pax bodegónica habla de unos ganadores, pero también de unos perdedores que se sienten sometidos.
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