Imagen del Archivo Fotografía Urbana, 1965
Esta imagen es una suma de equívocos. Nada es lo que parece. Nada está donde debería estar. Es uno de esos momentos -un instante, apenas- en que todo se desordena. Un caos venial, que dura lo que un parpadeo. Nadie lo advertiría… si no hubiera un fotógrafo de reflejos muy finos o que esté, como parece ser el caso, evaluando las posibilidades de la escena (no muchas, desde luego), probando la luz, asegurándose de que el flash va a funcionar. Lo que sí está claro es que esta fotografía, de autoría desconocida, es un ensayo. Un adelanto. El gráfico ha sido contratado para documentar un momento, sin duda, histórico; y, antes de que los personajes hubieran entrado en situación, cuando solo parecían un grupo de gente muy sobria y decente haciéndose la visita, la señora del extremo derecho del sofá sacó del bolso un estuche de lentes de sol y una polvera que se acercó a la cara. Esto hubiera sido un evento simpático -minucias de la antropología urbana- si no fuera porque su vecino de sofá, que ha interceptado el gesto y se la ha quedado mirando, es el jefe del Estado.
Si ignoramos esto, podríamos movernos a engaño y pensar que esta señora le está haciendo un comentario a su marido por lo bajo. Algo así como: “¿Este pobre hombre no sabe que antes de sentarse hay que desabotonarse el blazer?, porque de lo contrario parece una hamaca descolgada… Qué horrible, parece invertebrado”.
Pero el segundo personaje, de izquierda a derecha, no es el esposo de la señora. Es Raúl Leoni Otero (1905 – 1972, presidente de la República desde un año y medio antes (había tomado posesión del cargo el 11 de marzo de 1964, tras haber sido electo el primero de diciembre de 1963). Este día tiene 60 años.
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