Prodavinci | Desigualdad de género y pobreza ¿qué pasa en Venezuela?

Por Indira Rojas y Francis Peña

Aproximadamente nueve de cada diez hogares con jefatura femenina están en situación de pobreza. En los últimos 8 años, las tasas de pobreza en hogares liderados por mujeres solteras son en promedio 13 puntos porcentuales mayores que las de hogares liderados por hombres solteros y 2 puntos porcentuales mayores que los hogares biparentales. La baja participación laboral femenina, las limitaciones económicas de los trabajos informales y las desigualdades con base en los roles de género –reforzados durante la emergencia humanitaria– limitan la independencia económica de las mujeres venezolanas.
Este es un trabajo de la serie Autonomía perdida: ¿Qué pasa con la fuerza laboral femenina en Venezuela?, un especial de Prodavinci en alianza con ANOVA Policy Research.

En la década de los 80, las defensoras de los derechos por las mujeres en países no desarrollados comenzaron a analizar la pobreza utilizando la perspectiva de género. Esto quiere decir que identificaron una serie de fenómenos que afectaban especialmente a las mujeres, como la inversión del tiempo en tareas domésticas en relación a sus pares masculinos y las dificultades para acceder a empleos formales. Encontraron que la proporción de mujeres en situación de pobreza era mayor a la de los hombres, «y que existía la tendencia a un aumento más marcado de la pobreza femenina, particularmente relacionada con el incremento de los hogares con jefatura femenina», como se lee en el documento preparado por la investigadora Lorena Godoy para la Unidad de Mujer y Desarrollo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Godoy explica también que “para dar cuenta de este conjunto de fenómenos se utilizó el concepto de feminización de la pobreza”.


El concepto enfatiza que la pobreza económica afecta de manera desigual a mujeres y hombres. A medida que los niños y las niñas crecen, la brecha de género en la pobreza aumenta: 122 mujeres de entre 25 y 34 años viven en hogares pobres por cada 100 hombres del mismo grupo de edad. El Banco Mundial explica que “esto coincide con el pico de edad productiva y reproductiva de hombres y mujeres, y probablemente refleja que cuando las mujeres jóvenes se convierten en esposas y madres, a menudo dejan de trabajar para cuidar a sus maridos e hijos”.

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