
Por Jovan Pulgarín en El Estímulo
Parecían divertidos e inofensivos. ¿Qué podría haber de malo en un rostro modificado con orejas y lengua de perrito? Sin embargo, con el tiempo, los filtros disponibles en las aplicaciones se han convertido en un problema del que solo se habla cuando ya son muy evidentes las consecuencias.
En 2018 ya rodaba en la comunidad científica el concepto de ‘dismorfia de Snapchat’. El término fue creado por el el británico Tijon Esho, médico conocido por la medicina estética y los procedimientos no quirúrgicos, para describir el creciente fenómeno de personas que buscan modificaciones para verse como lucen en una foto retocada por los filtros.
Para ese año, un estudio de la Academia Estadounidense de Cirugía facial, plástica y reconstructiva, citado por la BBC, informó que el 55% de los cirujanos plásticos faciales vio en 2017 pacientes que querían operarse para verse mejor en las selfies, en comparación con apenas el 13% en 2013.
El estudio también halló que el 56% de los cirujanos encuestados notó un aumento de los clientes de menos de 30 años.
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