
Por Carolina Jaimes Branger en El Nacional
En noviembre, muchos adeptos de QAnon (Q-Anónimo), fanáticos seguidores de uno de sus “influencers”, Michael Protzman (también conocido como Negative48), se reunieron en Dealy Plaza, en Dallas, Texas (lugar donde asesinaron al presidente Kennedy), para esperar su revelación, o resurrección -según a quién se le pregunte- y la de su hijo JFK Jr, hecho que creen también desencadenará -de alguna manera- el regreso del expresidente Donald Trump a la Casa Blanca y su designación como “rey de reyes”. Todavía ahora en enero hay quienes esperan que el hecho ocurra. Protzman ha sido acusado de violencia contra su esposa y es un negacionista del Holocausto. En su cuenta de Instagram escribió que “los hornos crematorios de Auschwitz fueron construidos al terminar la guerra para terminar de hundir al Estado alemán”.
En esencia, QAnon es una teoría de amplio alcance y completamente infundada que dice que el expresidente Trump está librando una guerra secreta contra una supuesta élite de pedófilos que adoran a Satanás, tanto en el gobierno como en las empresas y los medios.
Los seguidores de QAnon han especulado que esta pelea conducirá a un ajuste de cuentas, donde personas prominentes como el presidente Joe Biden y la excandidata presidencial Hillary Clinton serán arrestadas y ejecutadas, porque “son vampiros y comeniños”, entre otras acusaciones.
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