
El próximo 17 de noviembre “celebrarán”, una vez más, el “Día Mundial de los Pobres”, como si la pobreza fuera algo digno de celebrar. Quienes “celebran”, seguramente estarán de nuevo encabezados por el papa Francisco: “Los pobres nos facilitan el acceso al Cielo. Ya desde ahora son el tesoro de la Iglesia. Nos muestran la riqueza que no se devalúa nunca, la que une la Tierra y el Cielo y por la que verdaderamente vale la pena vivir: el amor”. ¡La pobreza hay que erradicarla! Y eso no es una utopía. Hay países en el mundo donde no hay pobres.
Según el Papa, los pobres son “la riqueza que no se devalúa nunca”. Los pobres no son riqueza, Su Santidad. Todo lo contrario. Que existan pobres en el mundo es una calamidad. Y más calamidad es que lo celebre usted, que es la cabeza de una de las instituciones más ricas de la Tierra. Su prédica es la misma de los comunistas: hipócrita, contradictoria, farsante.
Y hablando de esa prédica, el domingo 24 de octubre la simpatía abierta que el Papa ha demostrado por el comunismo volvió por sus fueros, cuando la policía vaticana rodeó a un joven peregrino cubano quien, de rodillas, oraba por la libertad de su pueblo y le quitó la bandera, según denunció Félix Llerena, un activista cubano, por su cuenta @FelixLlerenaCUB, video, por cierto, que se volvió viral en pocas horas. El joven era parte de una delegación que venía a pedirle a Francisco que intercediera por las crecientes violaciones de los derechos humanos en Cuba. A sus compañeros no les quedó más remedio que enrollarse en las banderas cubanas y acostarse en plena Vía della Conciliazione, una de las que llega a la Plaza San Pedro.
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