
Por Carl Zimmer19 de octubre de 2021Read in English
En el verano de 2020, medio año después del comienzo de la pandemia de coronavirus, un grupo de científicos viajó a los bosques del norte de Laos con el fin de atrapar murciélagos que podrían albergar virus cercanos al patógeno de la COVID-19.El Times Una selección semanal de historias en español que no encontrarás en ningún otro sitio, con eñes y acentos. Get it sent to your inbox.
En medio de la noche usaron redes de niebla y trampas de lona para atrapar a los animales cuando salían de las cuevas cercanas. Lograron recolectar muestras de saliva, orina y heces y luego los volvieron a soltar en la oscuridad.
Las muestras fecales contenían varios coronavirus que los científicos estudiaron en laboratorios de bioseguridad de alta seguridad, conocidos como BSL-3, utilizando equipos de protección especializados y filtros de aire.
Tres de los coronavirus encontrados en Laos eran inusuales: tenían una espícula molecular en su superficie que era muy similar a la espícula del virus que causa la COVID-19, llamado SARS-CoV-2. Al igual que el SARS-CoV-2, su espícula les permitió aferrarse a las células humanas.
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