
Por Isayen Herrera y Anatoly Kurmanaev
Photographs by Adriana Loureiro Fernandez
SABANETA, Venezuela — Solían usar la casa para esconder a sus víctimas de secuestro mientras esperaban el rescate. Ahora la están convirtiendo en una oficina dedicada al negocio de la distribución de ron.
El drástico cambio del mafioso Luis Oropeza y su pandilla forma parte de un inusual proyecto de reinserción social que ha traído una relativa calma a la ciudad de Sabaneta, mientras la anarquía afecta a gran parte de Venezuela.
Lo más sorprendente es que el programa también ha hecho que su fundador, el fabricante del Ron Santa Teresa, sobreviva —e incluso prospere— en un país donde la economía lleva años atrapada en una espiral descendente y su gobierno autoritario ha reprimido sistemáticamente a la disidencia.
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