Opinión | No a la manipulación de la crisis de los enfermos crónicos, por Mari Montes

Por Mari Montes en La Gran Aldea

Mientras usan las sanciones como excusa para intentar justificar la negligencia con la que gobiernan, la Nomenclatura madurista nos restriega en la cara el despilfarro de fortunas inexplicables.

Vemos un Ferrari con un lazo enorme estacionado a las puertas de una clínica; la inauguración de otro bodegón con todo tipo de productos importados; fiestas fabulosas desde despedidas de solteras, pasando por bautizos, bodas, piñatas, cumpleaños, graduaciones de bachilleres y hasta cumple meses de los bebés. Encontramos decenas de cuentas que piden dinero para pagar tratamientos médicos, solicitudes de medicinas, profesionales que anuncian que perdieron sus empleos, más noticias tristes de venezolanos que mueren fuera del país, prácticamente solos, caminantes que son rescatados en lejanos parajes del Continente, familias enteras siguen llegando a los Estados Unidos por la frontera con México, a riesgo de sus vidas, sin ninguna garantía de conseguir asilo y no ser deportados; y otros salen en precarias embarcaciones hacia Aruba, Curazao o Trinidad. La brecha entre ricos y pobres es cada vez más evidente y eso es una muestra más del fracaso de “la Revolución del Siglo XXI”. 

Invierten recursos en propaganda, pero la realidad no se puede esconder. Mientras unos derrochan, la mayoría no disfruta ni siquiera de los servicios básicos. Enfermarse, por ejemplo, es la peor calamidad, tal como lo refleja el más reciente informe de Codevida y Amigos Trasplantados de Venezuela. Los enfermos crónicos se llevan la peor parte, meses de agonía e incertidumbre, se suman al padecimiento. Los enfermos renales que esperan por trasplantes viven la impotencia de no saber si van a sobrevivir. Este 2021, doce niños han fallecido esperando ser trasplantados. Las unidades de diálisis en los hospitales públicos muchas veces suspenden las sesiones porque no hay agua, por ejemplo, y la salud de los pacientes se deteriora.

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