
Por Michael Schwirtz y José Bautista3 de septiembre de 2021Read in English
BARCELONA— En la primavera de 2019, un emisario de un alto líder del movimiento separatista de Cataluña viajó a Moscú en busca de un salvavidas político.
El movimiento de independencia de Cataluña, la región semiautónoma en el noreste de España, había sido en gran parte derrotado tras un referéndum independentista dos años atrás. La Unión Europea y Estados Unidos, que apoyaban los esfuerzos de España para mantener al país intacto, habían rechazado los pedidos de ayuda de los separatistas.
En Rusia, sin embargo, una puerta se abría.
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